Los intersticios lineales ferroviarios en desuso apropiados por el hábitat de la pobreza. Desafío desde una problemática informal hacia una respuesta formal
La Tesis pretendió desde su formulación inicial, ser encuadrada como un ejercicio teórico -teoría de intervención y su derivación proyectual-, a partir de un interés por investigar y proyectar desde la Arquitectura en función de una particular temática, ofrecida por los lugares relegados e irresueltos de las ciudades en estado de uso – desuso – nuevo uso – abandono.
Se parte de aseverar, que le corresponde a la Arquitectura el hacer del construir, un habitar -; plantearse y proponer un vivir, un anidar real para la gente, y se reconoce y demuestra que los que antes, después, ahora, se asentaron y se asientan en las vías ferroviarias en desuso, para que ocurra y transcurra su vida, privada y social, estuvieron y están imposibilitados de lograr un habitar que trascienda ese simple construir que sólo fue la aspiración de habitar, desde ellos.
En particular se reconoce al proyecto de Arquitectura como un proceso, que debe apoyarse permanentemente en una teoría de intervención para cuya construcción se formuló la así llamada cadena de instrumentos conceptuales teóricos y operativos, apuntando a un resultado último: la obra de Arquitectura.
En este caso, la determinación previa de la gente y lo construido precaria e informalmente por ella, ofrecieron la particularidad de un proceso anterior a ser re-trabajado y cualificado, nunca negado.
El descubrimiento de un uso inusual, habitar los humanos sobre las vías ferroviarias en desuso, fue entendido evento detonador al tiempo que lastimadura; fue cicatriz burda y pretendió pasar a la condición de tejido regenerado a partir de ese Hábitat del Pliegue propuesto, que aspiró además a perder su condición origen de autonomía e incrustarse en el tejido de soporte más amplio que es la ciudad.
El hábitat espontáneo enseñó; la informalidad relatada y plasmada en un mapa desde el encuadre de las proposiciones Etic -Nueva Etnografía-, por la Señora Blanca, habitante de enfrente, reveló cómo las casillas, no tenían otra posibilidad que ir hilvanándose a lo largo de la lonja angosta y larga de la vía ferroviaria en desuso, separándose lo suficiente para dejar entre una y otra el patio libre, espacio de expansión de la vida doméstica, privada y estrecha, que inevitablemente pasa a ser pública y social.
La genética propia -casi inapelable-, ya instalada con llenos y vacíos públicos y privados, dibujó el “partido” del proyecto arquitectónico.
El potencial rítmico, y la seriación intervinieron para modelar un espacio que se develó casi sin sorpresas: brotó y se ofreció ya predefinido casi, a partir de la respuesta primera y anterior, dada por la gente: sólo se trataba de reorientar desde un renovado proceso proyectual, un resultado ya construido.