La arquitectura de la colectividad británica en Quilmes (1872-1930)
La presente investigación está estrechamente relacionada con el desafío de constatar si un tema considerado “menor” puede generar una reflexión “mayor” tal como lo planteó el historiador Carlo Gizburg en “El queso y los gusanos. El cosmos según un molinero del siglo XVI” (1976) y su evocación del dicho de Tolstoi “Si pintas tu aldea pintarás el mundo”. La aguda crisis política y social acontecida en el país en 2001 nos sumió, a muchos de los ciudadanos, en un estado abrumador donde la perspectiva de futuro pareció diluirse ante una situación de considerable complejidad interna y progresiva desconexión con el resto del mundo. Retomar la propia historia, las gestas patrias y el pensamiento de los grandes hombres parecía imperioso junto a una profunda necesidad, tal fue mi caso, de revisar la historia local inserta en el devenir nacional.
La información desordenada sobre la historia del propio terruño así como su limitado alcance en términos de fragmentación y escasa profundización sobre temas relevantes ofrecían un campo atrayente para la labor investigativa que pudiera esclarecer intuiciones y establecer nexos vinculantes entre episodios que parecían aislados. La arquitectura, mejor dicho el acervo arquitectónico de una comunidad, posibilita la indagación sobre el pasado con el objetivo de esclarecer el presente. Las obras materiales de una comunidad permiten la reconstrucción de itinerarios para delinear jerarquías, anhelos y preocupaciones compartidas para la construcción de espacios donde transcurren los acontecimientos sociales, la vida de interrelación.