Diseño de una Metodología para el Cálculo de la Capacidad de Carga Máxima Edilicia Poblacional para Ciudades Difusas de Clima Árido
A mediados del siglo XX nuestras ciudades iniciaron un proceso de expansión y de des-densificación de sus áreas centrales (Aguilar, 2009), transformando así suelos agrícolas o naturales en territorios urbanos. Dichos cambios en los patrones de crecimiento aumentaron el consumo de recursos naturales y los niveles de contaminación, a la vez de disminuir la calidad de vida de los habitantes.
Actualmente, existen gran cantidad de estudios, teorías y normativas que evidencian la importancia de transformar a las urbes actuales en modelos de ciudades que contemplen el cuidado del medio ambiente y la mejora de la calidad de vida de los habitantes. Las primeras declaraciones surgen en 1990 con la publicación del “Libro Verde del Medio Ambiente Urbano” donde la Comisión Europea puso de manifiesto la importancia de incluir la conciencia ecológica en la planificación de las ciudades, posteriormente, la Organización de Naciones Unidas (ONU) “catapultó a la escala global el concepto de desarrollo urbano sostenible desde la plataforma de la Conferencia de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo (1992) integrándolo en el Plan de Acción para el Siglo 21 y en su prolongación, la Iniciativa Agenda Local 21” (Valenzuela Rubio, 2009 p. 408). Desde esas primeras publicaciones hasta hoy en día el desarrollo urbano sostenible ha sido un tema prioritario de investigación y acción, siendo el principal objetivo convertir a nuestras ciudades contaminantes en espacios que se adapten tanto a quienes las habitan como a la naturaleza (Hernandez Aja, 2009).
La investigación que sustenta la presente tesis tiene por fin contribuir al campo del desarrollo urbano sostenible, proporcionando conocimientos y técnicas accesibles para la planificación urbana. En este marco, la misma tiene el objetivo de desarrollar una metodología de cálculo de la capacidad de carga máxima edilicia-poblacional de ciudades difusas o dispersas de clima árido que contribuya a la planificación de ciudades más respetuosas con el medio ambiente. La misma considera las siguientes variables: Recursos Naturales, Tejido Urbano, Urbanismo Bioclimático y Espacios verdes.
La metodología que se elaboró para el cálculo de la capacidad de carga máxima edilicia – poblacional es concebida como un instrumento que aporta fundamentos para la elaboración de directrices para la planificación ambientalmente responsable de las urbanizaciones y su entorno. La misma permite determinar la cantidad máxima de personas que podrían habitar distintas zonas de la ciudad en relación a la disponibilidad de recursos naturales y a la densidad edilicia máxima que garantice la disminución del consumo energético para el acondicionamiento térmico interior de las construcciones.
A la vez que determina aspectos funcionales como la distribución de espacios verdes públicos en pos de mejorar la calidad de vida de la población tanto equilibrando la relación llenos y vacíos, como incorporando biodiversidad y espacios de interacción social a la trama urbana.
La herramienta desarrollada es aplicada y validada en el Área Metropolitana de Mendoza, Argentina. La etapa de diagnóstico revela que en el modelo urbano actual consume desmedida cantidad de recursos naturales (tierra y agua), a la vez que se observa que el crecimiento urbano es mayor al poblacional lo que se refleja en la disminución constante de densidad poblacional. El desarrollo de la estructura urbana es desordenado y presenta gran cantidad de vacíos urbanos que generan la sub explotación de infraestructuras. A nivel de accesibilidad se observa que no existe equidad en el acceso a los servicios básicos existiendo zonas sin cobertura peatonal.
Los escenarios de crecimiento propuestos y la revisión de los mismos denotan que la variable limitante en el AMM es la estructura urbana, siempre y cuando se garantice el acceso solar a todas las edificaciones. La capacidad de carga máxima de la urbe es de 3.483.514 habitantes. El modelo de crecimiento propuesto consume 383% menos de tierras nuevas que el modelo actual para albergar a la misma población. Asimismo, en el periodo de 1 año a nivel de consumo de agua la diferencia entre los 2 modelos es de 420% y los requerimientos energéticos 354%.